IA en el Tablero Global: Europa, EE.UU. y China Definen el Futuro
-
Autor:
Joaquín pildain
-
Fecha:
7-0-2025 -
Compartir:
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser solo una herramienta tecnológica para convertirse en un factor clave en la disputa geopolítica global. Europa, Estados Unidos y China, tres gigantes con visiones radicalmente distintas, están configurando un nuevo tablero de poder donde la innovación, la inversión y la regulación son piezas fundamentales. Desde Bruselas hasta Beijing, pasando por Washington, la IA es el nuevo oro digital que cada bloque quiere dominar. Este artículo analiza las estrategias, tensiones y apuestas tecnológicas que están redefiniendo el equilibrio global a través del prisma de la IA.

Europa: De la Regulación a la Inversión Masiva
Europa está transitando un giro estratégico en su enfoque hacia la inteligencia artificial. Históricamente marcada por su énfasis en la regulación, la región ahora busca posicionarse como un actor protagónico en la carrera global por la IA, con inversiones millonarias y una política tecnológica más agresiva.
El AI Action Summit de París, celebrado en febrero de 2025, marcó este punto de inflexión. El presidente francés Emmanuel Macron anunció una inversión de €109.000 millones, enfocada en investigación, infraestructura y el impulso a startups tecnológicas. Lo acompañó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien prometió €200.000 millones más, destinados a proyectos IA y a la construcción de siete “factorías de IA” en 15 países, con supercomputadoras de nueva generación.
Una pieza clave en esta ofensiva tecnológica es la participación de Emiratos Árabes Unidos, que financiarán entre €30.000 y 50.000 millones para la creación de un mega centro de datos de 1 Gigavatio en suelo europeo, reforzando la capacidad de entrenamiento de modelos a gran escala.
Europa busca capitalizar sus ventajas: energía más accesible que EE.UU., un ecosistema científico de alto nivel, y un tejido de startups en plena expansión. Con este nuevo enfoque, el viejo continente intenta romper con su rol de espectador para jugar en las grandes ligas de la IA.
Estados Unidos y el Plan Stargate
Estados Unidos redobló su apuesta por el liderazgo absoluto en inteligencia artificial, de la mano del retorno de Donald Trump a la Casa Blanca. Con una estrategia de desregulación, inversión privada masiva y proteccionismo tecnológico, Washington busca no solo dominar el desarrollo de IA General, sino también blindar su influencia frente al avance de China y Europa.
El corazón de esta ofensiva es el ambicioso Plan Stargate, un programa de inversión de USD 500.000 millones en cuatro años, orientado a acelerar el desarrollo de IA General y su evolución hacia la Super IA. El proyecto cuenta con el respaldo de gigantes tecnológicos como OpenAI, Microsoft, Nvidia, SoftBank, Oracle y Arm, y combina subsidios estatales con financiamiento privado.
Una de las primeras medidas del nuevo mandato fue derogar la ley que exigía a las Big Tech compartir con el gobierno los avances en IA, eliminando restricciones sobre privacidad y experimentación. Este movimiento fue posible gracias a un fallo de la Corte Suprema en 2024, que limita la capacidad regulatoria de las agencias federales.
En paralelo, la administración Trump impulsa una política de desglobalización: se busca relocalizar centros de datos y cadenas de producción, reduciendo la dependencia de actores extranjeros. Casos como el de TikTok, obligado a desinvertir en EE.UU., reflejan esta línea dura frente a lo que el vicepresidente JD Vance calificó como “regímenes autoritarios” que usan la IA como arma.
Con este enfoque, EE.UU. deja en claro que su objetivo es uno solo: mantenerse al frente de la revolución tecnológica y controlar las reglas del nuevo orden global.
China: IA Eficiente y la Disrupción de DeepSeek
China no compite en cantidad, compite en eficiencia. Su estrategia en inteligencia artificial está marcada por el desarrollo de modelos altamente optimizados, accesibles y con menor demanda energética. El lanzamiento de DeepSeek R1, a fines de enero de 2025, lo dejó en claro.
Este modelo de IA generativa, desarrollado por una startup china, causó un verdadero sismo en el mercado: superó a ChatGPT en razonamiento matemático y generación de código, utilizando solo el 15% de los recursos computacionales necesarios para modelos equivalentes. Además, sus tiempos de inferencia son un 60% más rápidos. Como consecuencia directa, las acciones de Nvidia se desplomaron un 17% en un solo día, borrando USD 600.000 millones de su capitalización bursátil.
China, además, apuesta por la apertura: DeepSeek fue lanzado como modelo de código abierto, lo que potencia su adopción global y representa una amenaza directa al modelo cerrado de sus competidores occidentales.
En cuanto a proyecciones, compañías como Zhipu AI predicen que los modelos de IA alcanzarán un nivel de “conciencia” hacia 2030, desafiando la visión más moderada de Occidente.
Este desarrollo tecnológico va de la mano con la expansión estratégica china, como lo demuestra el despliegue de su constelación satelital “Qianfan” y el avance de empresas como SpaceSail, que ya operan en Brasil y Kazajistán.
China está redefiniendo el concepto de liderazgo en IA: menos consumo, más acceso, más velocidad.
Choque de Modelos y Tensiones en la Gobernanza de la IA
La inteligencia artificial no solo enfrenta dilemas técnicos, sino también disputas sobre cómo debe ser gobernada a nivel global. El AI Action Summit 2025 en París fue un escenario perfecto para visibilizar estos choques de enfoque.
La Declaración final del evento fue suscripta por 61 países, pero Estados Unidos y el Reino Unido se negaron a firmarla. ¿El motivo? Divergencias profundas respecto a la regulación global de la IA.
Desde Washington, el vicepresidente JD Vance alertó sobre el uso de IA por parte de “regímenes hostiles” para manipular información, espiar ciudadanos y potenciar el control estatal. En un tono marcadamente proteccionista, se opuso a cualquier regulación internacional que pudiera limitar la innovación o dar ventajas a potencias rivales.
Por su parte, el Reino Unido cuestionó la falta de claridad en la propuesta europea sobre gobernanza global. A pocos días de la cumbre, Londres había publicado el AI International Safety Report, un documento que subraya la urgencia de mitigar los riesgos “fronterizos” de la IA, como los sesgos, la desinformación y el uso militar de modelos altamente capaces.
En contraste, Europa apuesta a un marco cooperativo, regulado y con enfoque ético. El bloque respalda informes como el Informe Letta y el Informe Draghi, que proponen consolidaciones en el mercado telco y tecnológico para afrontar los desafíos del crecimiento y la seguridad económica.
Este desacuerdo revela un tablero fragmentado: mientras algunos buscan reglas globales, otros priorizan soberanía tecnológica y libertad empresarial.
La Geopolítica en la Infraestructura Digital
Detrás del desarrollo de inteligencia artificial, se libra una batalla silenciosa por el control de la infraestructura que la hace posible. Centros de datos, redes de fibra óptica, satélites y semiconductores son hoy activos estratégicos de alto valor geopolítico.
En Europa, esta dimensión quedó en evidencia con el ingreso del operador saudí STC Group al capital accionario de Telefónica, en una operación de €2.100 millones que obligó al Estado español a reaccionar: la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) adquirió un 10% de la compañía para equilibrar el poder dentro del consejo directivo. La movida fue vista como una maniobra para blindar la soberanía tecnológica europea frente al avance de potencias extranjeras.
A su vez, empresas como Meta y Google encarnan un doble rol: son motores de innovación, pero también objetivos de políticas regulatorias y fiscales. En 2025, la tensión escaló cuando la Unión Europea avanzó con la aplicación de la Ley de Servicios Digitales, provocando una reacción inmediata de Silicon Valley, que apeló al respaldo político de EE.UU. para frenar su implementación.
La disputa se extiende incluso a los océanos: Meta anunció un nuevo cable submarino global de más de 50.000 kilómetros, con puntos de conexión en Brasil, Sudáfrica, India, Oceanía y las costas de EE.UU. Su objetivo: garantizar independencia en la transmisión de datos y evitar cuellos de botella en rutas dominadas por terceros.
La infraestructura digital ya no es un recurso técnico, sino un factor de poder. Quien controle los tubos, controla los flujos de información, y con ellos, el poder político, económico y cultural del siglo XXI.
Conclusión
La inteligencia artificial se ha convertido en el nuevo eje de la competencia global. Ya no se trata solo de innovación tecnológica, sino de soberanía, influencia y poder. Europa, Estados Unidos y China representan tres visiones distintas para un mismo objetivo: liderar la próxima gran transformación.
Europa apuesta a la cooperación, la inversión estatal y la construcción de capacidades estratégicas compartidas. Estados Unidos, por su parte, recurre a su músculo empresarial, la desregulación y una narrativa nacionalista que busca blindar su liderazgo. China, en tanto, despliega una estrategia basada en eficiencia, apertura tecnológica y expansión global silenciosa.
El tablero está en movimiento, y la IA es la pieza clave. Lo que ocurra en los próximos años no solo definirá qué región marcará el ritmo del desarrollo tecnológico, sino también qué valores dominarán el futuro digital del planeta.
En este nuevo juego geopolítico, los datos son petróleo, los algoritmos son armas, y la infraestructura es territorio.